¿Realmente son los piojos tan listos? ¿De verdad son tan invencibles como parecen? O quizás no estemos planteando bien la batalla?
Yo me inclino por esto último.
Hace ya unos años que empezamos esta aventura de cazar piojos y lo cierto es que parece que nunca se acaban. Después de conocer bien a este parásito, su forma de vida y de contagio, he llegado a la conclusión que mientras no eduquemos a pequeños y mayores en esta realidad tan presente y de la que parece que nadie quiere saber nada, jamás ganaremos la batalla.
Hoy en día se habla de educación en valores, de disciplina positiva, de gestión de emociones, de educar en la igualdad, en el respeto. Educar niños que sean responsables y que tengan empatía. Sin embargo parece que en lo que respecta a los piojos, nos olvidamos de todo esto.
Son numerosas las familias, y cuando digo numerosas son 2 de cada 3, las que se quejan amargamente de que si comunican que su hijo tiene piojos, éste será señalado. Le darán de lado y lo pasará mal. Y lo más grave es que es verdad.
Si no comunicamos el hecho de que una persona tiene piojos, difícilmente acabaremos con el brote, ya que estos diminutos parásitos se contagian con mucha facilidad y no siempre se dejan ver o notar, ya que todo el mundo no es igual de alérgico a su picadura y el picor puede tardar días o incluso semanas en aparecer. Comunicarlo pone en alerta a la comunidad para que todo el mundo revise cabezas y elimine el problema si le ha tocado la china. Porque ojo!! Le puede tocar a cualquiera, el piojo no entiende ni de rubio, ni de moreno, ni de liso ni de rizado y por supuesto ni de limpio ni de sucio.
Hacer equipo ayuda. Dejar a los niños al margen de esta alarma es importante para evitar rechazos entre ellos en las aulas. Tratar el tema con naturalidad y explicarles la importancia de revisar la cabeza con regularidad, inculcarle hábitos saludables como el cepillado con lendrera y recogerse el pelo para ir al colegio, son tareas que pueden ir aprendiendo desde pequeños.
La responsabilidad del adulto pasa por comunicarlo al centro escolar, familia y amigos. Y por supuesto ponerse a la tarea de eliminarlos. Después del tiempo que llevamos con esta profesión ya no me extrañan comentarios como “para que se los voy a quitar, si los va a volver a coger” o “se los quito y al día siguiente vuelve a tener…me rindo” o “es que no me deja pasarle la lendrera”…..ninguna justifica el dejar que los piojos terminen instalándose en la cabeza de nuestros hij@s, como uno más de la familia, como algo natural o normal porque NO, no lo es. No olvidemos que son parásitos y nada agradable para quien los padece.
Y lo peor de todo esto es que se entra en una guerra entre adultos a ver quién es culpable de que los piojos lleven todo el año campando por aula de tu hijo. Cuchicheos a la puerta del colegio, indirectas en grupos de WhatsApp, todo con un gran secretismo y casi temiendo pronunciar la temida palabra: PIOJOS.
Hay mucha falta de información entre las familias. Es cierto que a veces llegan a desesperar, que se intentan eliminar una y otra vez sin éxito, se aplican todos y cada uno de los tratamientos de farmacia, remedios de la abuela y un sinfín de horas revisando y peinando la cabeza del niño/niña o adolescente sin conseguir acabar con ellos. Y es que NO hay NADA que mate a las liendres, éstas hay que quitarlas mecánicamente del pelo y esto amigos, es un trabajo que requiere de mucha paciencia y sobre todo, mucho tiempo.
NADIE tiene la culpa de que los piojos aparezcan de vez en cuando en nuestro entorno, pero si no se trabaja en equipo, si no hay sincronización entre las familias a la hora de eliminarlos, si cada uno va por libre, si no se comunica, sí seremos responsables de que los piojos permanezcan cerca de nuestros hij@s más tiempo del necesario y posiblemente se vuelvan a contagiar originándose una cadena sin fin difícil de controlar. TRABAJEMOS EN EQUIPO, ASÍ GANAREMOS LA BATALLA.
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EL CONTROL DE LA PEDICULOSIS ES RESPONSABILIDAD DE TODOS. INVOLÚCRATE, COMUNÍCALO, NORMALÍZALO.