No descubro nada nuevo cuando digo que alrededor de los piojos circulan numerosas historias, algunas ciertas y otras (la mayoría) totalmente infundadas. La realidad es que hasta la misma palabra parece que cuesta trabajo pronunciarla: PIOJOS.
Es muy normal utilizar otros nombres para referirnos a ellos: "bichitos" "cositas" "pipis". Incluso hay madres que no quieren que pronunciemos la palabra PIOJO en presencia de sus hij@s, cuando son ellos los que los padecen habitando en su cabeza y lo inteligente sería explicarles qué son, cómo se contagian, cómo prevenirlos y sobre todo que no tienen culpa de tenerlos, que el único requisito para contagiarse es tener pelo.
La educación es la base del progreso de la sociedad y hay determinadas conductas, tanto en adultos como en niños, que deberíamos evitar.
Según el SEPEAP Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y atención Primaria, uno de cada 5 españoles sentiría vergüenza en caso de que su hijo tuviera piojos. Cuando lo cierto es que 4 de cada 10 hogares con niños en edad escolar, han padecido este problema con los piojos en algún momento.
Seguir asociando los piojos a la suciedad o falta de aseo es un gran error. Seguir rechazando de forma despectiva a niñ@s por el simple hecho de tener piojos es otro error. Rasurar el pelo por completo a un niñ@ es señalarlo aún más. Aunque eficaz, este hecho afecta directamente a la autoestima del pequeño existiendo a día de hoy tratamientos profesionales que solucionan el problema de forma rápida y hasta divertida para el peque.
Como veréis aún queda mucho camino que recorrer a la hora de concienciar para no estigmatizar al que tiene piojos